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FERNANDO VALENZUELA Y LA NECESIDAD DEL ESPECTÁCULO

Actualizado: 2 oct 2021

Un día de muertos, y la referencia tiene plasticidad en el lenguaje beisbolístico, nació Fernando Valenzuela en 1960 en un pueblo de Sonora casi impronunciable para mí pero bien reconocido por repetido, Etchohuaquila. Fernando creció en el imaginario mexicano como la imagen de un deportista de alto rendimiento, pero sobre todo como todos los grandes ídolos tuvo un respaldo de los medios masivos de comunicación para que su fama se extendiera más allá de un nacionalismo sin comisuras. Fernando Valenzuela representa muchas cosas, no sólo el top de referencia hasta nuestros días de lo que un pelotero mexicano- mexicano haya podido lograr en Grandes Ligas, si no la forma en que el American dream se difundió a través de la radio y la televisión para poder apaciguar un movimiento latino social en Los Ángeles y calmar al belicoso estado de California y a una demanda nacional en los Estados Unidos de inclusión y reconocimiento del talento Hispano.



El día que Fernando Valenzuela debutó en Grandes Ligas es emblemático y un parteaguas. Tom Lasorda escogió el 15 de septiembre de 1980 un partido perdido para que Fernando relevara en Atalanta. Tiempo atrás Mike Brito había sido asignado para encontrar talento latinoamericano para el show de la Gran Carpa. Fernando parecía haber sido elegido por el destino ya que y a pesar de su físico tenía un potente brazo y un lanzamiento inusual y poco visto en pelota profesional: su lanzamiento de tirabuzón fue perfeccionado y sería lo que le pondría en seis juegos de estrellas llegando a imponer récord en bateadores ponchados de manera consecutiva en el clásico de media temporada.


Se dice que nadie ha metido más gente al Dodger Stadium que el Toro. Fernando inició una época con su espectacular temporada de 1981 donde logró la hazaña de ganar el Cy Young, que es el premio que se otorga al mejor pitcher de cada liga, ser novato del año, siete blanqueadas, bat de plata, más juegos completos lanzados…




Se dice a nivel anécdota que a su vez forma ya parte de la leyenda que él a manera de Babe Ruth anunciando su Home Run por el center field del Campo de Chicago en la serie mundial de 1932, Valenzuela anunció después de escuchar que Dave Stewart ex compañero de Fernando en los Dodgers el 29 de junio de 1990 en Canadá lanzó un sin hit ni carrera con una frase sacada de los mejores guiones de Hollywood: “bueno ya vieron un juego sin hit ni carrera por televisión, ahora verán uno en vivo” … Se dice…


Pocos han alcanzado la popularidad que Fernando Valenzuela tuvo en sus temporadas gloriosas con Los Dodgers y mucha de esa fama se debió en gran medida a la televisión. Ha habido jugadores en el diamante más grandes que él sin duda, franquicias enteras que fueron entronizadas por una figura emblemática pero aún hoy día cuando uno va a al Dodger Stadium y plática con la gente vieja del beisbol (y el mismo caso en todo México) se recuerda a Fernando como un muchacho extremadamente bueno en lo que hacía. En un reportaje de ESPN dedicado al Toro, se dice que era un gran atleta en un mal cuerpo o algo así, cito de memoria. Alguien más ha dicho de él que podía hacer de todo en el béisbol menos correr. Es extraño pues la base para mantener un brazo en condiciones de lanzar siempre ha sido correr, eso cualquier pelotero lo sabe. Si volteamos a ver su agilidad para fildear e incluso batear ese argumento cae por los suelos.


El Toro tuvo un propósito sin duda. Su meta fue alcanzada y superada con creces. Calmó el reclamo social de darle la oportunidad a peloteros mexicanos. Brito tenía, tiene esa misión de ubicar talentos latinos para llevar a los Dodgers, sus últimas adquisiciones fueron y son un espectáculo: Yasiel Puig, el Caballo Loco y Julio Urías. Pero ya con Fernando el trabajo había sido hecho y puede retirarse sin cargo de consciencia.




En 1981 Fernando con una pesada carga de venir de atrás en la serie y con apenas 20 años, un poco en más edad que Julio Urías cuando debutó, Fernando enfrentó la Serie Mundial en un estadio abarrotado por más de 56 mil personas que adoraban al novato del año, mal hecho en sus formas pero que ese día soportó la presión de ir perdiendo la serie 2-0 cada entrada tambaleándose y un Lasorda con la consigna de dejar que el mexicano se glorificara o derrumbara ante un peligroso equipo de los Yankees que tundía a palos al mexicano. Ninguna hazaña está completa sin que el destino sea aliado. Dos jugadas del Pingüino Cey en tercera base una a un toque malo de pelota por parte del emergente Murcer y un corrido malo por parte del otro mexicano que jugaba con los Yankees, Aurelio Rodríguez, terminaron con la amenaza de que Valenzuela saliera para ser relevado. Finalmente Lasorda se la jugó toda la ruta con el Toro y así con broche de oro cerró una temporada de ensueño ganando su partido de Serie Mundial y siendo a la postre nombrado novato del año, Cy Young, bat de plata, más blanqueadas y juegos completos.


Pasaron los años y el brillo de Valenzuela se remontaba a ese 1981 aunque seguía figurando y atrayendo aficionados al estadio como no se había visto en mucho tiempo en Los Ángeles. Televisa decidió transmitir todos los partidos del Toro a las once de la noche hasta aquel 1990 que llegó otra gran hazaña, el sin hit ni carrera frente los Cardenales. Ése día fui histórico porque se dieron dos juegos sin hit ni carrera, uno en Toronto; otro lanzado y predicho por el Toro.


En torno al Toro se moldeó una leyenda y sin duda alguna para quienes pudimos verlo lanzar y ganar sigue siendo el referente de pelotero mexicano en las Grandes Ligas. Su impacto social es más grande que lo que dicen sus números. Reunió, y sin duda alguna aportó de manera colateral a la integración de los latinos en un deporte considerado muy estadounidense. En los años ochenta, California tenía graves problemas de migración, rezago social, discriminación, delincuencia, y todos los graves problemas que aquejan a una ciudad en expansión y la segunda más poblada de estados Unidos en aquella época. En 1987, Los Ángeles por si fuera poco fue azotada por un terremoto de seis grados Richter que dejó muy dañada la ciudad.


En este entorno, Fernando atraía a la gente al estadio ¿Qué miraba Fernando cuando miraba su visera? Una de las primeras técnicas que se enseña para lanzar es ver la zona de strike y concentrarse en la señal del cátcher para saber hacia dónde tirar la pelota. ¿Qué hacía Valenzuela? Miraba hacia el cielo y bromeaba, podía tirar juegos completos o aparecer como bateador emergente y brindar siempre un agradable espectáculo. Era un imán y un ídolo y un Toro de Hierro puesto regularmente lanzaba toda la ruta a pesar de su peculiar técnica para ir al plato.




Más allá que los números no le den para Cooperstown Fernando merece una mención honorífica y ser llamado un héroe cultural, dado el momento político, social e histórico, la pasión desbordaba que generó y todas las leyendas que giran a su alrededor Fernando está en el nivel de otros deportistas mexicanos sobresalientes de aquellos mágicos 80’s y 90’s como son Hugo Sánchez y Julio César Chávez. Seguirá siendo el referente para cualquier pelotero mexicano que llegue a la Gran Carpa y de alguna manera estará en la historia de los Dodgers por mucho mucho tiempo. Aún hoy día cuando se va a al Dodger Stadium y se platica con la gente vieja del beisbol (y el mismo caso en todo México) se recuerda a Fernando como un muchacho extremadamente bueno en lo que hacía. Hay mucho aprecio hacia él.


Fernando Valenzuela jugó en una época diferente donde la televisión y todavía aún la radio jugó un papel muy importante para la difusión de su fama y actuaciones en el béisbol estadounidense. Aunado a ello, el fenómeno migratorio y la necesidad de ceder espacios a minorías y darles identidad, todo contribuyó a un éxito que marca una referencia que cualquier mexicano que haya vivido en los 80’s conoce y compara con los peloteros mexicanos que llegan que llegan a pisar grandes ligas. Mis mejores deseos para Julio Urías y ojalá pueda superar lo hecho por Valenzuela, tiene todo a su favor.


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